Decir un “te quiero” y como se prodigan las viejas palabras del amor entre la comisura de los labios. Lo nuestro (querida) se podría definir como un sentimiento ancestral que quema las entrañas. Esta profunda emoción crea heridas, cicatrices. Cada beso, cada mirada, se transforman en arañazos. Viejas llagas que no acaban de cerrarse de todo. Una canción, en un momento inadecuado, puede convertirse en la pústula supurante del resto de los días. Un olor, un sabor, hematomas del día a día. Estas viejas palabras impronunciables del amor, nuestro amor; se van acumulando en las vainas de las viejas balas que no disparo. Nadie las lee directamente, tu las lees entre líneas.Nuestro (amor) querida está lleno de varices. Litros y litros de sangre acumulada en las piernas, las sienes, los ojos, la vida, las costumbres. Cantidades ingentes de linfa que me cura. Este amor antiguo es el placebo que me cura. Una vieja medicina que me inyecto, tan solo al escuchar el sonido de tu voz, el rumor que causas al dormir, el breve espacio que nos deja tu respiración. Todos y cada uno de los días me cuestiono como el Dios de mi lluvia y el Señor de tu fuego pueden casar tan bien sin enfrentarse el uno con el otro. Y bailo sin cesar. Creo bajo mis pies danzas retenidas en la memoria de los tiempos y las comparto contigo. Nuestro (amor) querida se transforma en vacuna. Una higiénica cura que nos quema por dentro, que nos hace estremecer. Un aséptico remedio a todo mal. Eres como la fiebre que agota al niño pero le hace crecer. Tan solo con tu voz, esa voz; consigues que mis huesos y músculos se estiren buscando el infinito.Decir un “te quiero” y como se prodigan las viejas palabras del amor entre la comisura de los labios mientras saboreo la sangre reseca del amor, nuestro amor.