Se pasea Tánatos con estudiada soberbia por los pasillos de los hospitales, de las casas, e incluso de los más inimaginables y sombríos lugares. Cuerpos moribundos esperan sus últimas horas con la esperanza de tener una muerte digna. Van al encuentro de su último viaje estación de salida LA VIDA, llegada la muerte con destino incierto. Esa cabrona que siempre juega a las cartas y gana todas las timbas a la hora que sea en los más inciertos y detestables días.
Acudo en mi memoria a los breves encuentros con la muerte. Siendo ya niño uno aprende que la muerte es un ser extraño y altivo que nos visita para arrebatarnos lo más querido que poseemos. Recuerdo, siendo niño (sé que era niño porque mi visión no se elevaba mas allá de las rodillas de las mujeres).que me pasaba tardes enteras cuestionándome las causas de esas desapariciones tan extrañas. Un día veías a esa persona sonreír, cantar y al día siguiente te decían, el yayo se ha ido al cielo. Mirabas por el balcón y te asombrabas por lo rápido que podía volar y mirabas tu espalda buscando las alas. Luego creces y te das cuenta que ese cielo es el lugar en el que queremos ubicar a nuestros parientes. Desde los ancestros hemos temido el lugar donde podamos ir. Solo de pensarlo notamos un escalofrió que cruza nuestra espina dorsal y se nos eriza la piel.
La muerte es más que eso. Ella no solo es sentimiento. Es una canalla y arrogante dama vestida a la moda que se pasea por una gran tienda. Nosotros colocados en grandes estanterías esperamos su elección. Con el dedo índice de su mano derecha va señalando al azar a unos u otros sin tener en cuenta ni la edad ni la posición social, tan solo se basa en la apetencia del día en el que se encuentra. Nos va escogiendo como manzanas. Observamos sus largas y cuidadas uñas. Nos sonríe mientras nos devora. Si te resistes o le llevas la contra, te ataca con más crueldad. Siempre, claro, que no manches sus zapatos de tacón de aguja, ni le arrugues el vestido estrenado en el preciso instante que te lleva con ella. Es así de educada. Te lleva sin permiso. Demuestra que el poder de elección del individuo es una forma de tenernos felices en este mundo. Es pura y dura teoría. El libre albedrío es el falso bálsamo al que nos acostumbran desde niños. Tienes elección de escoger y de dejar lo que te plazca. ¡Falso! La elección la tenemos siempre marcada. No somos tan libres. Y la parca es tan cabrona, que nos avisa y demuestra que ella es la jefa a lo largo de nuestra existencia.