En ocasiones cuando el sopor se adueña de mí y vence el sueño, me echo sobre el sofá, no más de media hora, y en el periodo entre el adormecimiento y el REM comienzo a divagar. Hoy, a mediodía, antes de la cabezada habitual he hecho balance del pasado fin de semana.
El viernes acudí con un gran amigo y compañero de batallas al concierto de un gran maestro del flamenco que es El Lebrijano. Antes de la actuación entre bromas y risas, pudimos comprobar el grado de frikismo que poseemos los dos. Cada uno en su medida. Cada cual en todas y cada unas de las cosas por las que sigue y persigue adoración. En muchas coincidimos en otras no tanto, pero en definitiva descubrimos que pertenecemos a esa raza de raros como más de uno nos tilda. Si buscan en el diccionario el significado de friki verán que proviene del inglés freak, que es un término usado en el idioma español para referirse a la persona interesada u obsesionada al menos con un tema, afición o hobby en concreto. Y sí. Me considero un freak, adorador de tantas cosas que me dan placer, como pueden ser la buena mesa, el buen cine o la buena literatura. Soy un bicho raro, y orgulloso de serlo.
Me revuelvo en el sofá intentando encontrar una buena postura. Izquierda, centro, derecha, derecha, centro, izquierda… Mientras consigo acomodarme para echar la cabezada mi mente analiza los friquis más importantes de la historia. Einstein, Dalí, Lorca; y retornando en el tiempo me viene un nombre. DIOS. Sí, se podría considerar a Dios el primer freak de la historia. Yo me lo imagino como el personaje que vende comics en la serie Los Simpson. Gordo, con coleta y jugando a juegos. Títulos como Vietnam, Guántamo, Irak son de sobra conocidos, luego hay algunos un poco más fuertes, para mayores de dieciocho, que podrían ser inmolación, las cruzadas o Yihad el retorno. Visualizo a Dios descargándose juegos en su Mac y quedando los fines de semana con su amigo Luzbel para, mientras degustan unas pintas de cerveza, intercambiarse juegos y ver quién gana antes la partida.
Como un personaje del juego Los Sims logro dormir la siesta. No más de media hora. Espero que Dios ni me queme la casa, ni me borre las puertas y no pueda salir de aquí
El viernes acudí con un gran amigo y compañero de batallas al concierto de un gran maestro del flamenco que es El Lebrijano. Antes de la actuación entre bromas y risas, pudimos comprobar el grado de frikismo que poseemos los dos. Cada uno en su medida. Cada cual en todas y cada unas de las cosas por las que sigue y persigue adoración. En muchas coincidimos en otras no tanto, pero en definitiva descubrimos que pertenecemos a esa raza de raros como más de uno nos tilda. Si buscan en el diccionario el significado de friki verán que proviene del inglés freak, que es un término usado en el idioma español para referirse a la persona interesada u obsesionada al menos con un tema, afición o hobby en concreto. Y sí. Me considero un freak, adorador de tantas cosas que me dan placer, como pueden ser la buena mesa, el buen cine o la buena literatura. Soy un bicho raro, y orgulloso de serlo.
Me revuelvo en el sofá intentando encontrar una buena postura. Izquierda, centro, derecha, derecha, centro, izquierda… Mientras consigo acomodarme para echar la cabezada mi mente analiza los friquis más importantes de la historia. Einstein, Dalí, Lorca; y retornando en el tiempo me viene un nombre. DIOS. Sí, se podría considerar a Dios el primer freak de la historia. Yo me lo imagino como el personaje que vende comics en la serie Los Simpson. Gordo, con coleta y jugando a juegos. Títulos como Vietnam, Guántamo, Irak son de sobra conocidos, luego hay algunos un poco más fuertes, para mayores de dieciocho, que podrían ser inmolación, las cruzadas o Yihad el retorno. Visualizo a Dios descargándose juegos en su Mac y quedando los fines de semana con su amigo Luzbel para, mientras degustan unas pintas de cerveza, intercambiarse juegos y ver quién gana antes la partida.
Como un personaje del juego Los Sims logro dormir la siesta. No más de media hora. Espero que Dios ni me queme la casa, ni me borre las puertas y no pueda salir de aquí