lunes, 1 de octubre de 2007

PASION


“Ay, abrázame esta noche/aunque no tengas ganas/prefiero que me mientas” Quizás les pueda parecer un verso duro en demasía o tal vez se puedan sentir tan identificados que en este preciso instante, alguna lágrima furtiva, ha comenzado a surcar su rostro. El fragmento anteriormente mencionado, proviene de una canción de Rodrigo Leao, grabada en su disco PASIÓN. Lo que les he transcrito, es para mí, el mensaje de la canción. Un gran epicentro de emociones en pocas palabras. La guinda que adorna la tarta de un dolor más profundo que el dolor físico.
Todos alguna vez en la vida, hemos escuchado como el corazón se raja de lado a lado. Se va resquebrajando como un cristal por la vibración de una voz demasiado aguda. Ese órgano, capaz de darnos vida, se ahoga por momentos. Ya no se soporta a sí mismo y revienta. El amor, como algunos lo denominan, es un lobo disfrazado de cordero que te devora cada día sin que realmente te des cuenta. Te anula. Te hace perder la noción del tiempo y del espacio. En definitiva, hace que lo más importante que has tenido pierda su verdadera importancia y lo más mínimo; cualquier gesto, palabra o caricia; lo magnificamos hasta alcanzar cotas de importancia; que realmente no existen.
Realmente yo no creo en el amor. El amor es otra forma de nombrar a una cosa más grande que es la pasión. Los seres humanos nos movemos por pasiones. El fútbol, la música, las relaciones de pareja, el sexo, cocinar, fumar; son apasionadas formas de vivir la vida. Pero no es amor. El amor es un personaje tan etéreo y literario; que jamas lo alcanzaremos. A veces en conversaciones con amigos, cuando sueltan esa típica frase, “hemos hecho el amor”, me entra risa y con el cinismo que me caracteriza suelto; yo a veces cuando follo hago esperanza y otras veces hago caridad. Todos ríen menos ellas. Evidentemente me tratan de machista. Pero en el fondo saben que tengo razón. El amor es una falacia. Un invento impuesto por una solitaria sociedad. Una forma de unirnos entre nosotros para compartir responsabilidades, para resolvernos dudas entre nosotros; aunque nos equivoquemos cada día unas mil veces. Y cuando realmente nos conocemos, vienen los problemas. Intentamos ser nosotros mismos. Escapar de ese personaje que hemos creado alrededor de nuestra pareja. Ella te lo reprocha, se va alejando de ti; porque ya no eres la persona que ella conoció aquella tarde de primavera. Y tu sufres. Sientes la necesidad, como en la canción, de que te abracen. Necesitas que te den calor. Eres como el niño al que no le dan caricias. Desamparado. Te armas de valor. Lo dejas. Abandonas el hogar esperando que vuelvas a aparecer bajo la lluvia.