domingo, 3 de febrero de 2008

PEAJES


Tenemos que pagar peajes cada día. En cada momento, cada instante. Frenar el coche, que en definitiva somos, para al contado, cumplir con nuestro deber. Pero siempre al contado, no hay comodidades de tarjetas de crédito. Las deudas en la carretera de la vida se pagan caras. Se abre la barrera que nos interrumpe el camino. Volvemos a coger velocidad. Avanzamos deprisa por la carretera, con seguridad, sin mirar atrás, pero también, sin apreciar el paisaje que se abre a nuestro paso. La mayoría de veces no apreciamos el espectáculo que se muestra a nuestro alrededor.
Vuelvo a ver otra caseta de peaje a lo lejos. Reduzco la velocidad. Bajo marchas y me sitúo en el punto justo para que no me sea dificultoso extender la mano. En un instante, un sudor frío recorre mi frente. Me tiemblan las manos y la voz. Creo no llevar dinero. Pero un resorte de mi mente, me hace recordar que en la guantera, junto al libro del seguro, guardo siempre veinte euros, por lo que pueda pasar. Se los doy sonriente. Con la satisfacción de que puedo continuar el camino. Mi camino.