sábado, 10 de enero de 2009

ENTREVISTA A AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO




Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) es licenciado en Ciencias Físicas. En el año 2000 acuña el término Poesía Pospoética —investiga las conexiones entre el arte y las ciencias—, cuya propuesta ha quedado reflejada en los poemarios Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (2001), Creta lateral Travelling (2004) y el poemario-perfomance Joan Fontaine Odisea [mi deconstrucción] (2005). En 2007 fue galardonado con el Premio Ciudad de Burgos de Poesía por su libro Carne de Píxel. En el 2006 publica su primera novela, Nocilla Dream, que fue seleccionada por la revista Quimera como la mejor novela del año y por El Cultural de El Mundo como una de las diez mejores. Crítica y público han coincidido en el deslumbramiento que está suponiendo este Proyecto Nocilla para las letras españolas, del que Nocilla Experience constituye la segunda entrega de la trilogía, y que concluirá con Nocilla Lab.



Eduardo Boix: ¿Por qué y para qué escribe Agustín Fernández Mallo?

Agustín F : Supongo que para entender el mundo construyendo otro.

E.B.: ¿Cómo descubriste tu vocación?

A.F.M.: No lo sé. Poco a poco. A través de la poesía, tanto de las poesía ortodoxa como de los grupos de música pop. Todo es muy azaroso. Había una máquina de escribir en una mesa y me puse a escribir. Si esa máquina no hubiera estado ahí, posiblemente no estaría hoy haciendo esta entrevista.
También me influyeron las ciencias a la hora de escribir. Veía un pulso poético en ellas, y no sabía cómo trasladarlo correctamente a una narrativa. Todo fue ir probando, ensayando, cometiendo muchos errores, pero sin desánimo, ya que estaba muy seguro de que lo que podría proponer tendría algún valor para alguien.

E.B.: ¿Cuales son los escritores u obras que siempre te acompañan? ¿A qué tipo de libros vuelves siempre para releer?

A.F.M.: Fundamentalmente son autores de poesía o ensayo. José Ángel Valente es al que más vuelvo. Pero también otros contemporáneos míos como Vicente Valero, Eduardo Moga o Manuel Vilas. En narrativa, aunque no quiera, inconscientemente, siempre vuelvo a Borges, a Cortazar, a Voris Bian o a Ballard. En ensayo suelo releer pasajes de Baudrillard, de Rorty, de Wittgenstein, entre otros.

E.B.: Cuando empezaste a escribir ¿Tenías en mente modelos literarios de escritores a los que querías imitar?

A.F.M.: Claro, sin imitación no hay aprendizaje, todo animal lo hace. El caso es, a través de esa imitación, llegar a descubrir una voz propia olvidando los modelos, que quedan en el subconsciente para siempre. Como modelos me remito a la pregunta anterior, a los que añado a Juan Benet, o a Don DeLillo.

E.B.: ¿Cual es el género literario que ves más importante?

A.F.M.: Personalmente, la poesía. Tal como estoy yo configurado, de ahí sale todo lo que escribo, sea lo que sea, incluso esta entrevista.

E.B.: ¿Tienes alguna manía a la hora de escribir? ¿Alguna rutina establecida o te basas en la inspiración del momento?

A.F.M.: No tengo rutina alguna. La rutina para escribir dificulta bastante mis textos. Sólo escribo cuando algo se me impone con mucha fuerza, de repente. El resto del tiempo veo la tele, que me encanta, y es una buena fuente de inspiración poética.

E.B.: ¿Qué piensas de los concursos literarios en el ámbito de la lengua hispana?

A.F.M.: Nada, hay de todo. No se puede generalizar. En general están bien para darse a conocer.

E.B.: ¿Son un recurso válido para escritores desconocidos?

A.F.M.: me remito a la anterior

E.B.: ¿Cómo es tu proceso de corrección?

A.F.M.: Corrijo poco en lo referente al contenido. Me fío mucho de la intuición, de la primera escritura. Cuando tengo que corregir mucho, dejo el texto porque algo falla. No es fluido. Después, siempre reconstruyo frases que no estaban bien, o cambio algo, pero tiendo a no recargar lo que está inicialmente escrito.

E.B.: ¿Vives la soledad del escritor? ¿Necesitas compartir lo que escribes con alguien? ¿Grupos o tertulias literarias, familiares, amigos...?

A.F.M.: Uff, no, no, no comparto con nadie lo que hago. Cuando lo tengo terminado y estoy muy seguro a veces se lo doy a leer a alguien, pero es muy raro que lo haga. La opinión de los demás, por valiosa que sea, y por respetable que sea, enturbia lo que quiero hacer, me confunde. Prefiero arriesgar solo. Y sale bien, pues fenomenal, y si sale mal, pues deportividad, no pasa nada.

E.B.: ¿Alguna vez te has sentido bloqueado? Si la respuesta es sí ¿Cómo lo has superado?

A.F.M.: Tal como te decía, escribo sin programación, así que mi propio proceso de escritura niega el bloqueo. Cuando no escribo no pasa nada, disfruto de otras cosas y no siento la necesidad de tener que escribir por narices, que lo genera la frustración en caso de no hacerlo.

E.B.: ¿Cuál es la frase o párrafo que más te ha dolido suprimir en alguno de tus escritos?

A.F.M.: Ja, extraña pregunta, pues no los sé. Nunca he suprimido una frase o párrafo que me causara dolor hacerlo. ¿Por qué habría de hacerlo si me gusta?

E.B.: ¿Cómo son tus relaciones con los editores? ¿Aceptas sugerencias en cuanto a cambios en el original o las consideras ingerencias en tu trabajo?

A.F.M.: Bueno, el caso es que jamás ningún editor me ha formulado una sugerencia de ese tipo, ni una coma, nada. Pero tal como soy, aceptaría muchos cambios en tanto no afecten el núcleo poético de la obra. Quiero decir que podría cambiar frases enteras. No soy del tipo de gente que cree que todo lo que escribe tiene una importancia tremenda. Es más, creo lo contrario, que no tiene casi importancia, y que todo es contingente e intercambiable sin que al mundo le afecte.

E.B.: ¿Qué tipo de público tienes en mente mientras escribes? ¿Crees que hay una diferencia entre la literatura "para mujeres" y la literatura "para hombres"?

A.F.M.: Antes quizá si había diferencia. Ahora, en las generaciones más jóvenes, creo que no. Lo considero un poco anacrónico.
No tengo en mente ningún público, absolutamente ninguno. Me tengo a mí de público y a mis intereses creativos; sólo eso.

E.B.: ¿Aceptas la crítica? ¿Cómo te afecta en tu siguiente trabajo?

A.F.M.: Claro que la acepto, tanto la mala como la buena, siempre y cuando esté basa en criterios literarios. Tengo claro que querer gustar a todo el mundo es naif, y me encanta cuando alguien me dice educadamente y sin acritud que mis novelas o poemarios no le gustan. Lo que ocurre es que después hay gente muy agresiva, que critica tus libros en base a argumentos extraliterarios (la camisa que llevas, que si tu primo tiene los ojos verdes, etc). A estos últimos no les hago ni caso, hasta me río de esa locura.

E.B.: ¿Crees que escribir sirve de valor catártico? ¿Te enseña algo sobre tu propia personalidad?

A.F.M.: Claro, es inevitable. Lo que uno escribe siempre habla de uno. Pero eso es una consecuencia tangencial, residual de la creación. Salvo excepciones bastante raras, el objetivo cuando creas algo debe ser otro, no terapéutico, si quieres que tu obra esté bien.

E.B.: ¿Qué se puede conocer de Agustín a través de sus historias? ¿Es él mismo o se esconde tras el velo de sus personajes y sus tramas?

A.F.M.: Todo escritor es idéntico a sus libros, por la sencilla razón de que nadie puede escribir o hablar o pensar de lo que le es absolutamente ajeno.

E.B.: ¿Cuál es tu ambición como escritor? ¿Dónde quieres llegar?

A.F.M.: No lo sé. Supongo que a tener total libertad para crear sin impedimentos externo, pero como eso es lo he hecho siempre, en ese sentido creo ya lo he conseguido.

E.B.: Y finalmente, ¿Qué consejos darías a un escritor novel con ganas de empezar a publicar?

A.F.M.: Creo que lo más importante en un creador es, una vez pasada una etapa de aprendizaje, investigar su propio sistema, inventar su propio lenguaje, por extravagante o raro que este sea, si lo desarrolla llegará a tener esa estética propia que hace verdaderamente importante a un autor. Libertad estética, y riesgo. Hay muchos caminos por desarrollar.
Muchas gracias por tu tiempo Agustín y adelante.