martes, 18 de diciembre de 2007

EL COWBOY

Relincha el caballo en el pequeño bolsillo de los Levy´s. El cowboy, legendario forajido, permanece amarrado a la barra del pub, como si tal cosa. Su lánguida figura hace demasiado juego con la barra. Son todo uno. Otro trago de cerveza hace moverse la nuez. ¡Ding dong! Alguien entra sin llamar. Debes ser más discreto, el ayudante del Sheriff puede estar cerca. Adán, sonrisa negra, le suplica. No te voy a fiar y lo sabes. Ella es tu precio. Eva sonrisa negra, entra en el baño con Buffallo Bill. Suite de lujo, camino al paraíso.

sábado, 8 de diciembre de 2007

GATOS


Soy el viejo que morirá solo en el suelo de ajedrez y será devorado por sus gatos. Maullarán toda la noche para que otros felinos acudan, con la luna llena de testigo, a devorar este delicioso cuerpo. Una hilera de sombras entrarán por el alfeizar de la ventana. Comenzarán a olfatear, a relamerse y entre ellos se iniciará una lucha encarnizada por devorar las mejores partes. Las crujientes orejas, la carnosa lengua, los gelatinosos globos oculares… Todo un mundo de sabores para unos felinos acostumbrados a sobrevivir entre ratones y restos de basura.No se preocupen, yo no sufriré. Ya estaré muerto. Caeré fulminado a causa de un infarto de miocardio. Será una muerta rápida. Como un gran pinchazo. La muerte en el último duelo dirá ¡TOUCHE! Y reirá a carcajadas.A cada hora que pase, la jauría irá en aumento. Disfrutarán destrozando mi cuerpo con sus diminutas patas. Arañarán mi carne en busca de las preciadas vísceras. Las encontrarán. El preciado estómago con restos de la cena. Un tierno bistec al foie regado con vino burdeos. Los sangrantes y gelatinoso intestinos, un placer para el paladar. El hígado macerado en alcohol durante años, que les embriagará durante horas y les guiará por un meloso sueño.En horas de vigilia, otros gatos bajarán aprovechando el profundo sueño de los otros, para continuar con los restos. Como fieras carroñeras, lucharán entre ellos para disputarse los mejores restos antes de que los gusanos y las moscas hagan su primer acto de presencia. La cara empezará a desfigurarse dejando una sonrisa permanente y una profunda mirada en mi semblante. El olor a carne podrida empezará a invadir partes de la casa. Los felinos irán cogiendo su parte del ya corrupto manjar y se esparcirán a lo largo de innumerables rincones, para en soledad, poder disfrutar de su alimento.Al cabo de dos días ya no seré mas que huesos. Gatos más jóvenes como soldados en la retaguardia, vendrán a lamerme en busca de poder sacar jugo de los mismos. El hambre y el agudo olfato, les hará ver que sus antecesores han olvidado algo. Una parte tan preciada en el cuerpo, que a veces nos olvidamos de ella sin sentido. La gran masa muscular que es el corazón permanecerá inerte como encerrada en una jaula hecha con costillas. A zarpazos comenzarán a destrozarlo y lo romperán hasta hacerlo jirones. Sangrantes jirones que llevarse a la boca. Un felino más avaricioso llenará su boca con un trozo mayor que el de sus compañeros. El ansia por retenerlo creará una disputa que acabará en una persecución alrededor de toda la casa. Un ejército maullador detrás del cleptómano poseído por la gula y que encontrará su única salida en la misma ventana por la que entró. Un zarpazo le hará resbalar y soltar el trozo de víscera a la calle. Un grito y ruidos de sirena pondrán fin al banquete.

domingo, 2 de diciembre de 2007

COTOS PRIVADOS DE CAZA


Reconozco que me gusta adentrarme en cotos privados de caza. Me excita el placer del riesgo desmedido. El placentero desasosiego de pisar territorio enemigo. La duda del cazador cazado. Acudir a territorios comanches por gusto. Saber que entras en terreno pantanoso y que una mala pisada va a hacer que te hundas. Admito que la adrenalina que esto supone me hace cada vez más acudir a diferentes cotos, dos o tres veces a la semana. En mi experiencia he podido conocer diferentes tipos de territorios. Unos más bastos y baldíos. Extensas llanuras casi sin vegetación. Con pequeños montes y pequeños baches. Otros más acotados y frondosos. Breves cotas de terreno repletas de hondonadas, ríos y alguna que otra prominente colina. Fincas al fin y al cabo, donde los dueños de las mismas, a veces invitan a amigos a disfrutar de la caza.
Hoy por hoy puedo decir que me he juntado con un grupo de amigos en el que podemos presumir de ser buenos tiradores. A veces se nos atasca el rifle, nunca nos ha explotado en la cara; pero habitualmente disfrutamos de la cacería. La caza o el acto de cazar, es una de las acciones más antiguas, sino la más antigua, que han tenido los animales, nuestros ancestros. La espera, el acecho y la persecución son los tres elementos donde se demuestra quien es realmente el buen cazador. Disparar lo hace cualquiera, pero todo ese ejercicio de estrategia pocos lo consiguen. A veces, he de reconocerlo me he visto en apuros. He sentido los cañones del dueño de alguna finca demasiado próximos a mis sienes o he herido a una cierva que ha embestido contra mí con furia desmedida. Sentir la respiración del que es en ese momento tu enemigo; hace que ese instante sea el más pavoroso que puedas vivir en la vida. Tú agazapado en los trigales, viendo como él acecha, sintiendo su aliento tan próximo a ti que piensas que te va a coger. Pero no te coge, sales airoso.
Al rato cuando ya cae la noche. Corres riendo con el arma colgando, buscando la carretera que te ha de conducir a casa. En plena carrera vas haciendo memoria y meditas sobre cómo ha ido la caza. Haces una aproximación reflexiva de todo lo acontecido en la jornada.
Llegas a casa. Te duchas. Te desprendes de todos los olores corporales que te han invadido durante la caza. Tumbado en el sofá mientras miras el techo, recuerdas de repente que la cierva herida se ha quedado en la finca. Que seguramente esté embistiendo contra alguna pared de la finca. Y ríes. Te mueres de la risa, porque sabes, a ciencia cierta, que el dueño de la finca, no se explica quién coño ha herido a su cierva. Evidentemente, él, siempre es el último en enterarse de todo.